En estos últimos días los medios
de comunicación nos están informando acerca de los terribles desahucios que
están viviendo las familias españolas, cuyo desencadenante más preocupante y directo
ha sido el suicidio de dos personas y el intento fallido de otra. El suicidio
es la tercera causa de muerte en nuestro país, seguido de las enfermedades
cardiovasculares y el cáncer. Según el INE, en 2010 se suicidaron en España más
de 3000 personas y aunque el suicidio es un problema gravísimo, me planteo
hasta que punto es prudente que los medios hablen sobre este asunto, o por el
contrario sea mejor omitirlo. En numerosos estudios, se ha comprobado que las
noticias sobre suicidios pueden inducir a intentos autolíticos en personas
susceptibles. En el asunto de los desahucios ¿qué tipo de influencia se está ejerciendo? Es cierto que los medios
de comunicación tienen mucho poder en temas de salud, pero todo depende de cómo se
trate la información. Pueden ayudar en la prevención del suicidio o pueden
precipitarlo.
La consecuencia más directa de la
crisis económica que afecta en mayor grado a las personas es la pérdida de
empleo. Trabajar es una expectativa social y cultural adquirida desde la
infancia y, desde entonces continuamente reforzada a través de las influencias
de la escuela, la familia y los medios de comunicación. No sólo es la fuente de
poder adquisitivo para la persona, también estimula el desarrollo personal y el
autoconcepto. El primer gran impacto del desempleo en la sociedad es el llamado
Síndrome de Invisibilidad. Cuando las
personas padecen este síndrome sienten que no las “ven”, vagan por la ciudad
observando que todo a su alrededor sigue funcionando y que sin embargo ellos ya
no pertenecen al mercado productivo.
A partir de ahí, la sensación de
fracaso y derrota deriva en un malestar aún mayor. Si el desempleo continúa, lo
cual es muy habitual, y la persona no es capaz de afrontar la situación de
forma adecuada, pueden aparecer pensamientos negativos relacionados con la
incapacidad personal y la reestructuración del cambio de status social y
económico. Estos factores pueden acabar produciendo trastornos de ansiedad,
episodios depresivos y ataques directos a la autoestima. Más aún, ¿qué es lo que
lleva a la persona a quitarse la vida? Es importante aclarar que el suicidio es
un fenómeno en el que intervienen múltiples factores. El desahucio es un trampolín
que precipita el acto, pero detrás hay un grave problema psicológico y/o
psiquiátrico que predispone a la persona a actuar de esta manera.
Existen dos hechos traumáticos
para el ser humano que son la pérdida de un hijo o familiar y la pérdida de la
seguridad. El hogar es un símbolo de seguridad. Es una extensión de la propia
personalidad. Hemos sido educados en un modelo social que enfatiza la
importancia de adquirir una vivienda como forma de crecimiento personal. La
preocupación en torno a la pérdida puede provocar una reacción de estrés tan
grande que supere la de los propios trastornos de ansiedad. Perder la casa es
perder la seguridad, quedarse en la nada, sentirse vacío y sin sentido. Esto lleva a la
persona a cometer un hecho desesperado donde no hay más salida que quitarse la vida.
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