La felicidad se alcanza cuando lo que uno piense, lo que uno se dice y
lo que uno hace están en armonía (Gandhi)
¿Nos hemos parado a pensar si
realmente somos felices? ¿Qué es lo que hace al ser humano más feliz? Creemos
que logrando nuestros sueños, aspirando a un mejor trabajo, una bonita casa o
una vida con lujos es la fuente de la verdadera felicidad. Sin embargo, lejos
de lo que se ha pensado, sabemos que ni el dinero, ni vivir en un determinado
país, ni la educación o la propia salud hacen más felices a las personas. Por
lo que, del antiguo dicho “salud, dinero y amor” sólo prevalecería el amor y el
contacto con los demás. Se ha comprobado que la consecución de objetivos
(comprarte una casa o que te toque la lotería) supone una fuente de felicidad
limitada, pues, al cabo de tres meses la alegría inicial disminuye. Lo mismo
sucede con la riqueza, ya que no son más felices las personas con más dinero, sino
aquellas cuyos ingresos medios cubren sus necesidades básicas. A partir de ahí,
no hay más felicidad.
En los últimos años una corriente
de la psicología se ha interesado por estudiar los aspectos que determinan la
ciencia de la felicidad, en contraposición a lo estudiado previamente, la
enfermedad mental y los pensamientos negativos. La Psicología Positiva de
Seligman trata sobre ello, la Ciencia de
la Felicidad. Realmente, no son los hechos o las situaciones las que causan
los estados emocionales depresivos. Son las interpretaciones que hacen las
personas sobre estos hechos. Y en las personas más optimistas prevalecen el empuje personal y la capacidad para
afrontar los problemas. Pero ¿qué es lo que determina el optimismo? ¿Es
algo genético o ambiental? Y sobre todo ¿se puede cambiar?
En primer lugar, planteándonos
qué sería la felicidad habría que aludir a cinco componentes que constituyen el
constructo.
- Emociones Positivas. Es todo aquello que
nos produce placer, confort o éxtasis. Aquello que asociamos, al menos en
occidente, al consumo de objetos y experiencias. Tal como, comer chocolate,
escuchar música y dar y recibir cariño.
- Vida comprometida. Ser uno con nosotros mismos, es
decir, conocer nuestros puntos fuertes, explotar las fortalezas personales y volcarnos
en nuestras pasiones, desarrollar un mayor número de experiencias óptimas y
fluir, tener conciencia.
- Vida significativa. Dar un sentido y un
significado a la vida más allá de ti mismo. Ser parte de algo más grande que tú
mismo contribuye al bienestar. Puede ser la familia, un grupo o la naturaleza
lo que nos dé significado.
- Logros. Junto a la búsqueda de placer, es
la otra variable a la que más
frecuentemente las personas asociamos el concepto felicidad.
- Relaciones. El amor, la alegría, el estar
rodeado de gente que nos aprecie y apreciemos es la mayor fuente de felicidad. Y
más que la cantidad es la calidad de estas relaciones la que nos produce
satisfacción. Es importante cultivar y cuidar las relaciones porque son el
mejor antídoto en los “bajones” de la vida.
Diferentes estudios muestran como
la pertenencia a un grupo o no determina las diferencias culturales en
felicidad de algunos países. EEUU o Alemania son más individualistas y la
autonomía e independencia son las mayores fuentes de felicidad. Por contra, países
colectivistas como Argentina o España valoran más positivamente el ser parte de
un grupo. Por tanto, nuestra felicidad, va a variar en función de la cultura y los
valores que imperen donde hemos nacido. Y sin embargo, no tendrá que ver con
las condiciones climáticas, pues las españolas de más de 50 años son las
terceras europeas que con más frecuencia se deprimen.
La genética y heredabilidad del
estado de ánimo se transmite de padres a hijos. Entre un 25-50% de nuestro
humor viene escrito en nuestros genes. Sin embargo, la plasticidad del cerebro
nos permite poder cambiar el pesimismo si queremos. El objetivo es enseñar a
aprender de las malas experiencias y potenciar y disfrutar de las buenas
situaciones que ofrece la vida. ¿Qué se puede hacer si no eres feliz? Lo más
importante, tener una vida comprometida y una vida con significado. La búsqueda
de emociones positivas y logros es la que menos correlación tiene con la
felicidad.
Existen estudios que plantean que
las personas con depresión o con problemas para regular su estado de ánimo tienen
un déficit atencional. Es decir, presentan problemas para centrar sus recursos
atencionales hacia lo positivo, focalizando y fijando siempre su atención hacia
lo negativo, y presentando problemas para desengancharse de la información
negativa. Y para los que crean que la propia realidad conduce a la desilusión
se equivocan. Es nuestra propia percepción, subjetiva, la que nos lleva a hacer
dicho análisis. Se ha visto, que las personas más felices analizan mucho más
los sucesos negativos de la vida que los pesimistas los positivos. Creencias como
“si pienso positivo, luego vendrá el chasco” son las que influyen en nuestro
estado de ánimo y moldean el pesimismo. El optimista confía en encontrar
soluciones, persevera en su esfuerzo, valora los aspectos positivos y negativos
y controla más los acontecimientos, mientras que los pesimistas sólo ven la
barrera de lo negativo.
Para mejorar la satisfacción en
la vida se puede trabajar unos ejercicios diarios, que han demostrado ser más
eficaces que la terapia cognitiva y los fármacos a los seis meses. En el vídeo
que os expongo abajo aparecen algunos de los resultados obtenidos.
1 Para
tener una vida agradable y con estímulos placenteros, el ejercicio sería que antes de acostarte repasaras el día
y escribieras tres cosas positivas que te han sucedido y el por qué han hecho
que el día vaya muy bien.
2 Para
tener una vida comprometida es muy importante el agradecimiento. Es la
correlación más positiva con la satisfacción en la vida. Puedes pensar en una
persona que sea muy importante para ti, que ha hecho mucho por ti y que nunca
se lo has agradecido. Escríbele una carta, llámala, cítala y cuando la veas léesela.
3 Para
tener una vida con significado el ejercicio sería que para la próxima semana
pensases una actividad divertida, pero también altruista y hazla. La ilusión
que provoca hacer algo divertido desaparecerá, mientras la acción altruista te
seguirá haciendo feliz.
Y finalmente, y si se quisiera,
todos podemos cambiar. Creer en uno mismo, aceptarse y entrenarse en implicarse
y en ver lo bonito de la vida es la verdadera ciencia de la felicidad.