martes, 11 de junio de 2013

¿NOS ENGAÑA EL CEREBRO?

La vida sería imposible si todo se recordase. El secreto está en saber elegir lo que debe olvidar
(Roger Martin Gard)

Nuestro recuerdo sobre la realidad no es real. El cerebro no reproduce las experiencias que vivimos de forma verídica, sino que confabula y falsifica lo que recordamos y pensamos sobre nosotros mismos. Como organismo vivo, es fruto de la selección natural y su finalidad principal no es mejorar la comprensión del mundo sino que sobrevivamos en él. Para ello, resulta más adaptativo una historia con sentido completo y en parte falsa, que otra coherente e incompleta. Filtramos aquello que necesitamos, que nos hace la vida más fácil y eliminamos la información irrelevante. Nuestras vivencias son en realidad una ilusión construida en nuestro cerebro, en base a nuestras actitudes, emociones, imaginación y experiencias.

El hipocampo tiene un papel importante en la formación de nuevos recuerdos de los acontecimientos experimentados, tanto episódicos como autobiográficos. Las personas que presentan lesiones en el hipocampo pierden la capacidad para construir nuevos recuerdos (memoria anterógrada), y a menudo afecta a los recuerdos anteriores a la lesión (memoria retrógrada).  En el Alzheimer, el síntoma inicial es la inhabilidad de adquirir nuevas memorias que va progresando hasta olvidar la propia noción de sí mismo.

Existen numerosos casos de procesos patológicos. El paciente H.M., en los años 50, se vio sometido a una cirugía para tratar sus crisis epilépticas. El resultado de la cirugía fue la extirpación de la amígdala, la mayor parte del hipocampo y la corteza parahipocámpica, en ambos hemisferios cerebrales. Después de la operación, H.M. conservó intactos todos sus recuerdos anteriores, pero todo lo vivido desde entonces no ha quedado registrado en su cerebro (memoria anterógrada). Su incapacidad le impide reconocer a las personas que se han interesado por él después de la operación y que le visitan regularmente. No ha aprendido sus nombres ni reconocería a ninguno de ellos si se los encontrara por la calle. Si una persona entra en su habitación, habla con él y adquiere cierta confianza, pero si sale y vuelve a entrar al cabo de unos segundos, el paciente le hablará como si nunca le hubiera visto antes.

Otro famoso caso fue el descrito por Sacks, el Hombre que confundió a su mujer con un sombrero, en el que Dr. P., músico y profesor de música, dejó de reconocer las caras, ni siquiera las familiares. Podía ver los elementos simples pero no relacionarlos entre sí, hasta el punto de que a menudo se dirigía hacia objetos y muebles por confundirlos con personas. En un momento dado va a ponerse su sombrero, y en vez de ello coge la cabeza de su mujer e intenta ponérselo como si ella fuese el sombrero. El Dr. P es una especie de ordenador que no reconocía visualmente las cosas sino que construía su mundo perceptivo mediante relaciones esquemáticas y otros rasgos distintivos.

Al margen de situaciones patológicas, en la población general también se producen sensaciones perceptivas, como el fenómeno Déjà vu o la experiencia de haber vivido un hecho completamente nuevo. Esto se produce por un retraso en el cerebro de fracciones de segundo en procesar la información, pero no en el almacenamiento en la memoria. Por eso, cuando la procesamos tenemos la sensación de que la estamos viviendo y recordando a la vez. El presente se hace pasado en nuestra cabeza.

Mediante los sentidos, el cerebro dialoga con el mundo externo, pero en muchas ocasiones la información que recibe es confusa y se producen los engaños cerebrales, creando una realidad lógica acorde a nuestros esquemas mentales. Por ejemplo, en un lugar donde hay mucho ruido, nuestro cerebro rellena los huecos auditivos y de esta manera nos permite mantener una conversación. Y también sucede en situaciones de alto estrés o cansancio, donde las entradas sensoriales son muy deficientes y pueden provocar alucinaciones en personas sanas.  Puede abarcar la memoria, pues los recuerdos son una mezcla de realidad y ficción. 

Los recuerdos se pueden recuperar gracias a la excitación eléctrica de ciertas neuronas. La activación de un grupo concreto permite recuperar un recuerdo. La transmisión de las señales eléctricas a través de las neuronas viene provocada a su vez por sustancias químicas llamadas neurotransmisores. Por tanto, la memoria está basada en la química y es un proceso que está en constante cambio. Las experiencias están codificadas en distintas partes del cerebro, en forma de cambios en la fuerza de las transmisiones sinápticas dentro de la red neuronal. La memoria son los cambios en el peso, en la fuerza de las sinapsis del cerebro.

La memoria no es un proceso unitario. Existen diferentes tipos de memoria. Las experiencias que registramos del medio se almacenan de forma limitada en el hipocampo y éste establece conexiones con distintas regiones de la corteza (cortex auditivo, cortex visual). Este tráfico neuronal es lo que se conoce como el proceso de consolidación. Los recuerdos tienen que ser consolidados y en este proceso intervienen el hipocampo y el cortex. Finalmente, los recuerdos abandonan el hipocampo y quedan fijados en la corteza. Así la memoria de la infancia está en el cortex y no depende del hipocampo. Por lo que en casos de extirpación o lesión hipocampal no perderíamos recuerdos, pero no podríamos crear nuevos.

Como proceso de adaptación existen aprendizajes y experiencias que no olvidamos y que permanecen siempre es nuestra memoria. Son aquellas que hemos adquirido mediante aprendizaje, pero que están automatizadas (memoria procedimental), por ejemplo montar en biclicleta. Esta memoria motora está sujeta a una estructura diferente, los ganglios basales y el deterioro es diferente al verbal, pues ayuda a compensar déficits y a sobrevivir.

Un cerebro eficaz filtra y elimina aquello que no le interesa, diferencia lo esencial de lo importante, y olvida. El fenómeno patológico caracterizado por la ausencia de olvido es la hipermnesia. La persona que lo padece es incapaz de olvidar cualquier hecho. No pretende querer recordar absolutamente todo, y por tanto no practica ningún proceso de memorización porque todos los recuerdos de su vida se almacenan en su cabeza de manera automática y obsesiva. Gran parte de su tiempo diario lo consume inevitablemente en rememorarlos, no lo puede evitar aunque quiera, permanece atado a su pasado de forma irremediable. Lejos de parecer un sueño para algunos se convierte el algo muy molesto para quien lo padece.

Os dejo este corto basado en el cuento de Jorge Luis Borges, Funes el Memorioso. Una persona incapaz de olvidar… 








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