jueves, 20 de diciembre de 2012

GUÍA PRÁCTICA PARA SUFRIR: LOS PASOS QUE NOS LLEVAN A LA INFELICIDAD


El sufrir es de todos. El saber sufrir es de pocos (Padre Pío)

Las personas tenemos cierta tendencia innata a la búsqueda de objetivos o sueños frustrados. Nos dedicamos a vivir pensando y planificando un futuro que no llega y olvidando el presente que vivimos. Intentamos satisfacer y agradar a los demás y nos olvidamos de nosotros mismos. Exigimos lo que damos, pero la realidad es que no puedes pedir más a quien no tiene más que ofrecer. Pretendemos vivir en un mundo perfecto, donde queremos mostrar nuestra mejor cara: alegres, educados y complacientes. Omitimos los sentimientos de rabia porque nos parecen inadecuados y ocultamos la tristeza por creer que así nos mostraremos débiles.

Somos responsables de nuestros actos y aunque en algunos aspectos de la vida la suerte exista, no podemos vivir lamentándonos por los logros de los demás y por nuestras propias derrotas. Aceptar el estado de las cosas, nuestros propios sentimientos, disfrutar los éxitos y aprender de los fracasos.

Aquí os dejo esta paradójica guía para sufrir, con las claves necesarias para avanzar por el camino de la infelicidad. De forma divertida, representa el comportamiento y las creencias irracionales humanas. Y aunque el sufrimiento sea un compañero inseparable en muchos momentos de la vida, es conveniente reflexionar sobre la causa del mismo, encontrarle un sentido y analizar de qué forma nos afecta a diario.

La reflexión acerca del sufrimiento propio o ajeno es un puente entre estar sufriendo y dejar de sufrir, porque de esta manera, al estar consciente del motivo por el cual sufrimos podemos encontrar soluciones, alternativas y herramientas nuevas para aceptarlo y así dejarlo ir en algún momento, neutralizarlo y encontrarle el sentido, asumirlo de una manera creativa y así poder entenderlo positivamente para hacernos más fuertes y crecer como personas.





lunes, 10 de diciembre de 2012

LA MENTIRA Y SU GRAN ENEMIGO: EL LENGUAJE CORPORAL


             
Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que de ahora en adelante ya no podré creer en ti (Nietzsche)

La mentira es un acto en el que intencionadamente una persona intenta falsear u ocultar la realidad a otra. La mentira es central en la vida, no tiene por qué ser siempre algo censurable ya que es necesaria para el mantenimiento de las relaciones sociales, nos suaviza la vida. Forma parte de la educación que hay que inculcar a los pequeños, pues si nunca mintiéramos no existiría la cortesía, no ocultaríamos los sentimientos injustos y podríamos dar lugar a expresiones inoportunas. Necesitamos aprender a expresar nuestras emociones de una forma sincera y sin mentiras pero también de forma constructiva para no dañar a los demás inútilmente.

La mejor manera de ocultar una emoción es fingiendo otra. Actuamos como si nos pusiéramos una máscara en la que ocultamos lo que realmente estamos sintiendo y damos paso a una emoción fingida. Nuestra máscara más habitual es la sonrisa. La sonrisa constituye la expresión facial que con mayor frecuencia puede producirse de manera voluntaria y es contraria a casi todas las emociones creativas, como la tristeza, el disgusto o el temor. Antes del primer año de vida, el niño sabe sonreír de forma deliberada y utiliza este medio para atraer la atención del exterior. Sonreímos cuando nos dicen algo que nos produce tristeza o cuando saludamos de manera cortés a alguien que no aguantamos. Actuamos así no porque queramos transmitir felicidad, sino porque no queremos reflejar nuestros verdaderos sentimientos.

Sin embargo, la realidad nos enseña que las personas mienten para evitar las consecuencias de sus actos y los creemos porque la detección de mentiras no es tarea fácil, y más allá necesitamos creer a quien queremos. Aunque nuestros pensamientos sean privados, nuestras emociones se detectan por una señal distintiva que ayuda a los demás a comprender cómo nos sentimos. El rostro puede generar más de diez mil expresiones y es posible identificar signos para detectar una mentira. ¿Pueden acaso las personas controlar todos los mensajes que transmiten? O ¿Puede el comportamiento no verbal delatar lo que esconden las palabras? Según Ekman, científico experto en la materia, se puede detectar la mentira por el lenguaje no verbal.  Los movimientos corporales, los gestos y las inflexiones de voz traicionan nuestros embustes.

Las microexpresiones son movimientos de los músculos faciales en momentos críticos. Se ha estudiado que las emociones básicas no pueden ser falsificadas ya que los músculos de la cara se mueven de manera autónoma y no hay forma de que se puedan reproducir esos movimientos de manera consciente. Las microexpresiones reciben este nombre porque su duración es muy corta y veloz, lo que las hace imperceptibles a los demás. En estudios, se necesita la grabación del sujeto para poder observarlas.

En el caso de la sonrisa, se puede observar diferencias entre una emoción de alegría verdadera y una falsa sonrisa. Las risas auténticas se generan de manera involuntaria y hasta a veces inevitable. Surgen de un sentimiento, de una emoción y las emociones generan activación de músculos que no podemos controlar. Se trata del músculo cigomático mayor (encargado de elevar la comisura de los labios hacia arriba) y el músculo orbicular (encargado de producir que los ojos se cierren y generen las arrugas en los costados de éstos). La activación de estos músculos produce gestos fáciles de identificar para quien tiene cierta información y presta atención. El músculo orbicular es el que va a marcar la diferencia entre una sonrisa real y una sonrisa forzada. Cuando la sonrisa es forzada, estas arrugas en los costados de los ojos no existen y se activan menos músculos. Representaría un gesto de gratitud en el que se elevan las comisuras de los labios.

Sin embargo, no sólo nuestro rostro nos delata cuando mentimos. Todo nuestro cuerpo revela inevitablemente nuestras emociones. Como indicios para descubrir a quien miente se deben identificar al menos dos gestos que confirmen esta tendencia. Algunos son:
  • Mirada (hacia arriba y a la derecha para pensar una respuesta). 
  • Gestos con las manos (rascarse o jugar con algún objeto). 
  • Labios apretados (más aún si traga saliva).
  • El gesto de sorpresa sólo dura en el rostro un segundo, si dura más es falso. 
  • Cuando se hace una pregunta y el interrogado eleva las cejas sabe la respuesta. 
  • Hacer algún gesto de afirmación después de una negación es señal de mentira. 
  • Si se contesta a la pregunta en menos de un segundo, la respuesta está premeditada y es una mentira preparada y desarrollada. 

Sin embargo, siempre existirán personas que mientan y no presenten indicios, por ejemplo los psicópatas. Su mentira es fría, premeditada y con perfeccionismo estratégico, para llevar a cabo la concreción de sus necesidades especiales. No se incomoda al mentir, no experimenta el displacer de la culpa que cualquier persona suele sentir en esas circunstancias. El psicópata miente constantemente para lograr sus fines y lo hace de forma convincente y serena.

Las palabras sólo transmiten el 7% del mensaje, el tono de voz un 20 o 30%, el lenguaje corporal un 60-80%, esto es, el 90% del mensaje es comunicación no verbal. Conclusión: si hablamos de mentiras, una mirada vale más que mil palabras. Aquí tenéis un buen ejemplo.