martes, 8 de julio de 2014

CÓMO SALIR DE LA NEGATIVIDAD QUE TE RODEA

No pierdas ninguna oportunidad. Saca provecho de todas las ocasiones. Toda oportunidad está encaminada a tu desarrollo y perfección (Swami Sivananda)

Últimamente, veo con más frecuencia gente negativa e insatisfecha con todo lo que hace, dentro de consulta y fuera de ella. Parece que cuando algo va mal, te encierras en lo que te sucede y no dejas de pensar en lo negativa que es tu vida, tu mundo y tu futuro. Focalizas toda tu existencia en aquello que no tienes o en la dificultad por la que estás pasando. Desarrollas la “visión túnel”, miras sólo a tu problema y te pierdes lo que ocurre alrededor. Te concentras sólo en aquello que te perturba y no quieres ver más allá. Además, mientras más atento se esté al malestar, más colabora la mente en activarte más pensamientos obsesivos. Los pensamientos obsesivos parecen que tienen vida propia. Los tienes constantemente ahí, molestándote, verificando todo aquello que crees que hace de tu vida una desdicha.

El procesamiento obsesivo de la mente lleva a la ansiedad, la depresión y el miedo. Conduce a la catastrofización máxima, a la anticipación de consecuencias desastrosas si se comete un error. Algunos creen que tomar una decisión es extremadamente difícil, como puede ser hablar a alguien o cambiar de trabajo o empezar ese sueño que siempre tuviste. Y piensan y piensan, y lo vuelven a pensar, quedándose paralizados y sin pasar a la acción. En definitiva, el eje del problema es la creencia irracional, ese miedo a las consecuencias negativas de nuestras acciones. Pero la realidad es que cuando te relajas, te das cuenta que ningún mal es tan terrible y que al final somos humanos y erramos. Cuando lo comprendes en profundidad, podrás sentirte tranquilo en cada paso que des. De la otra manera, vivirás presionado por tu angustia e incapaz de elegir.

Imagina que tu vida es como una baraja de cartas. En las partidas hay veces que ganas porque tienes cartas más favorables, pero otras veces pierdes. Depende de las cartas y de los movimientos que hagas. Apuesta por las favorables. Tu vida no es una partida, son muchas más. Y la componen muchas cartas: familia, amigos, ocio, actividades... Si alguna de estás áreas u otras va mal, no es el fin del mundo. Potencia tus cartas favorables y busca nuevas. Sobre todo, sal de la visión tunel y deja de pensar sólo en ti.

La gente constamente confundimos deseos con necesidades. Lo cierto que para ser feliz únicamente requerimos de las necesidades básicas (alimento, higiene, techo para dormir) y no necesitamos nada más, sino no habría gente feliz en África, por ejemplo. Nos imponemos objetivos frustrándonos por no conseguirlos, o cuando los conseguimos vemos que no son para tanto como creíamos, haciendo que nos sintamos desamparados. Son necesidades inventadas. Cuando el deseo ya no es deseo, sino necesidad. Creemos que los deseos son necesarios para vivir y que con ellos seremos más felices. En el mundo occidental, donde prima la materialidad, hemos desarrollado este problema que conduce a la mayoría de problemas mentales. Yo puedo desear algo, pero no lo necesito para ser feliz. Cuando esto no se ve así, es cuando llega la frustración.

Disfruta de la vida que tienes. Sólo tienes una y malgastamos mucho tiempo en justificar lo desdichados que somos. Deja de pensar en ti y en tus problemas y mira fuera. Ayuda a otras personas que veas con dificultades. La humildad nunca está de más y engrandece a las personas. Saca algo positivo a tu día y sonríe. Siempre hay un motivo para sonreir y tu risa siempre puede hacer feliz a alguien. Observa y mira lo que te rodea. Normalmente, vivimos corriendo y con estrés. No nos detenemos a contemplar los sitios a los que vamos ni apreciamos los lugares que nos rodean. De verdad, mira, aprecia cada detalle, las fotografías que haces, o aquellas que ya tienes. Cada imagen transmite una emoción, una sensación. Aprende a ver más allá en las personas.

Implícate en un nuevo proyecto. Haz algo que realmente te apasione. Si lo desconoces, quizás es buen momento para pensar algo bueno que hacer por ti. Siempre hay algo que aprender. Y si siempre has soñado con hacer algo, ¿a qué esperas para empezar? Ya sabes que Roma no se construyó en un día, pero que el proceso fue más satisfactorio que el resultado final. Ábrete a nuevas personas y haz nuevos amigos. Nunca hay un momento para dejar de conocer a alguien y el aire fresco renueva. Viaja. Si puedes, hazlo. Si no puedes, descubre como viven otras culturas, las diferencias entre las sociedades. Y valora el sitio en el que estás. Un lugar que te aporta una gran oportunidad. Búscala y la encontrarás.

Aprende a perdonar. Pero primero, perdónate a ti mismo. No hay mayor culpa que la carga constante. Acéptate y perdónate por ser humano. Y luego perdona a quien te hizo daño. Reconcíliate porque vivir con resentimiento y rabia es el sentimiento más terrible y te arrastra a una infelicidad constante. Y cuando ya consigas sentirte a gusto en más áreas de tu vida y en otras nuevas que has creado, haz aquello que no te atreviste hacer. Toma las acciones que dejaste atrás. Escribe aquello que te ha dejado estancado, piensa qué es aquello que podrías haber hecho, qué medidas podrías tomar, cómo lo gestionarías y ponte una fecha límite para hacerlo. Si tienes que resolver algo, hazlo. Tienes una vida, disfrútala y encuentra tu felicidad. Ningún mal es tan terrible. Cuando dejes de catastrofizar lo verás. Y mientras tanto... disfruta del verano.

Vive como si fueras a morir mañana. Aprende como si fueras a vivir siempre


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