No pierdas ninguna
oportunidad. Saca provecho de todas las ocasiones. Toda oportunidad
está encaminada a tu desarrollo y perfección (Swami Sivananda)
Últimamente, veo con más
frecuencia gente negativa e insatisfecha con todo lo que hace, dentro
de consulta y fuera de ella. Parece que cuando algo va mal, te
encierras en lo que te sucede y no dejas de pensar en lo negativa que
es tu vida, tu mundo y tu futuro. Focalizas toda tu existencia en
aquello que no tienes o en la dificultad por la que estás pasando.
Desarrollas la “visión túnel”, miras sólo a tu problema y te
pierdes lo que ocurre alrededor. Te concentras sólo en aquello que
te perturba y no quieres ver más allá. Además, mientras más
atento se esté al malestar, más colabora la mente en activarte más
pensamientos obsesivos. Los pensamientos obsesivos parecen que tienen
vida propia. Los tienes constantemente ahí, molestándote,
verificando todo aquello que crees que hace de tu vida una desdicha.
El procesamiento obsesivo
de la mente lleva a la ansiedad, la depresión y el miedo. Conduce a
la catastrofización máxima, a la anticipación de consecuencias
desastrosas si se comete un error. Algunos creen que tomar una
decisión es extremadamente difícil, como puede ser hablar a alguien
o cambiar de trabajo o empezar ese sueño que siempre tuviste. Y
piensan y piensan, y lo vuelven a pensar, quedándose paralizados y
sin pasar a la acción. En definitiva, el eje del problema es la
creencia irracional, ese miedo a las consecuencias negativas de
nuestras acciones. Pero la realidad es que cuando te relajas, te das
cuenta que ningún mal es tan terrible y que al final somos humanos y
erramos. Cuando lo comprendes en profundidad, podrás sentirte
tranquilo en cada paso que des. De la otra manera, vivirás presionado
por tu angustia e incapaz de elegir.
Imagina que tu vida es
como una baraja de cartas. En las partidas hay veces que ganas porque
tienes cartas más favorables, pero otras veces pierdes. Depende de
las cartas y de los movimientos que hagas. Apuesta por las
favorables. Tu vida no es una partida, son muchas más. Y la componen
muchas cartas: familia, amigos, ocio, actividades... Si alguna de
estás áreas u otras va mal, no es el fin del mundo. Potencia tus
cartas favorables y busca nuevas. Sobre todo, sal de la visión
tunel y deja de pensar sólo en ti.
La gente constamente
confundimos deseos con necesidades. Lo cierto que para ser feliz
únicamente requerimos de las necesidades básicas (alimento,
higiene, techo para dormir) y no necesitamos nada más, sino no
habría gente feliz en África, por ejemplo. Nos imponemos
objetivos frustrándonos por no conseguirlos, o cuando los
conseguimos vemos que no son para tanto como creíamos, haciendo que
nos sintamos desamparados. Son necesidades inventadas. Cuando el
deseo ya no es deseo, sino necesidad. Creemos que los deseos son
necesarios para vivir y que con ellos seremos más felices. En el
mundo occidental, donde prima la materialidad, hemos desarrollado
este problema que conduce a la mayoría de problemas mentales. Yo
puedo desear algo, pero no lo necesito para ser feliz. Cuando esto no
se ve así, es cuando llega la frustración.
Disfruta de la vida que
tienes. Sólo tienes una y malgastamos mucho tiempo en justificar lo
desdichados que somos. Deja de pensar en ti y en tus problemas y mira
fuera. Ayuda a otras personas que veas con dificultades. La humildad
nunca está de más y engrandece a las personas. Saca algo positivo a
tu día y sonríe. Siempre hay un motivo para sonreir y tu risa
siempre puede hacer feliz a alguien. Observa y mira lo que te rodea.
Normalmente, vivimos corriendo y con estrés. No nos detenemos a
contemplar los sitios a los que vamos ni apreciamos los lugares que
nos rodean. De verdad, mira, aprecia cada detalle, las fotografías
que haces, o aquellas que ya tienes. Cada imagen transmite una
emoción, una sensación. Aprende a ver más allá en las personas.
Implícate en un nuevo
proyecto. Haz algo que realmente te apasione. Si lo desconoces,
quizás es buen momento para pensar algo bueno que hacer por ti.
Siempre hay algo que aprender. Y si siempre has soñado con hacer
algo, ¿a qué esperas para empezar? Ya sabes que Roma no se
construyó en un día, pero que el proceso fue más satisfactorio que
el resultado final. Ábrete a nuevas personas y haz nuevos amigos.
Nunca hay un momento para dejar de conocer a alguien y el aire fresco
renueva. Viaja. Si puedes, hazlo. Si no puedes, descubre como viven
otras culturas, las diferencias entre las sociedades. Y valora el
sitio en el que estás. Un lugar que te aporta una gran oportunidad.
Búscala y la encontrarás.
Aprende a perdonar. Pero
primero, perdónate a ti mismo. No hay mayor culpa que la carga
constante. Acéptate y perdónate por ser humano. Y luego perdona a
quien te hizo daño. Reconcíliate porque vivir con resentimiento y
rabia es el sentimiento más terrible y te arrastra a una infelicidad
constante. Y cuando ya consigas sentirte a gusto en más áreas de tu
vida y en otras nuevas que has creado, haz aquello que no te
atreviste hacer. Toma las acciones que dejaste atrás. Escribe
aquello que te ha dejado estancado, piensa qué es aquello que
podrías haber hecho, qué medidas podrías tomar, cómo lo
gestionarías y ponte una fecha límite para hacerlo. Si tienes que
resolver algo, hazlo. Tienes una vida, disfrútala y encuentra tu
felicidad. Ningún mal es tan terrible. Cuando dejes de catastrofizar
lo verás. Y mientras tanto... disfruta del verano.
Vive como si fueras a
morir mañana. Aprende como si fueras a vivir siempre
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