El amor a los demás y el amor a nosotros mismos no son alternativas en
oposición. Todo lo contrario: una actitud de amor a sí mismo se encontrará en
todos aquellos que son capaces de amar a los demás. (E. Fromm)
Habitualmente se confunde tener una
buena autoestima con ser narcisista. Lejos de la realidad, el narcisista busca su
propia autorrealización pero lo hace en la periferia de sí mismo. Lo hace en el
exterior, en la imagen que proyecta en los demás, sintiendo miedo de
profundizar en su interior porque le asusta lo que pueda descubrir. El narcisista
está encantado consigo mismo, tanto que siente que los demás no son merecedores
de su respeto y estima. Busca desesperadamente “espejos” en los que ver
reflejados sus cualidades. Ama una imagen idealizada, pero que no es real.
En el perfil patológico se da una
distorsión entre el yo real y el yo ideal. La constante autoexigencia y la búsqueda
de la perfección les ocasionan angustia, tensión y sentimientos de vacío. El narcisista
desconoce su identidad real y en consecuencia depende neuróticamente de su
entorno, del impacto de su imagen o de su éxito profesional.
Hoy día, existe una elevada tasa
de personalidad narcicista, en todos los sectores de la población, ya que el logro
principal parece ser el éxito y todo aquello que tenga que ver con la imagen
externa y la fachada. Resulta muy preocupante el hedonismo
descontrolado y la excesiva importancia otorgada a todo lo material, en
detrimento de los auténticos valores y el aprecio por las personas. El
individualismo insolidario está generando de forma cada vez mayor trastornos de
ansiedad, síntomas depresivos y trastornos alimentarios.
El narcicismo refleja
despreocupación por los otros. Únicamente se interesa por el placer inmediato,
aquí y ahora, mostrando falta de afecto e interés hacia otras personas,
evitando cualquier compromiso vinculante a largo plazo. No es capaz de
implicarse emocionalmente, mostrar empatía o sensibilidad. Todo lo que no le
afecte de manera directa no tiene relevancia en su vida. Lo que importa es él
mismo, su egoismo es máximo. Sin embargo, la persona que se
autoestima se acepta tal cual es, con sus virtudes y limitaciones, tratando de
fijarse metas realistas y afrontando con determinación los fracasos. Aprecia a
los demás, se preocupa de establecer vínculos relacionales y no tiene miedo de
profundizar en su interior, ya que lo que encuentra lo acepta como parte de la
persona que es. Comprende un sistema de valores que reconoce como fundamentales
para ser considerado persona.
El ser humano se encuentra integrado en su sistema relacional. Necesita vivir en interrelación con los otros, aceptándolos e integrándolos como parte fundamental del concepto de sí mismo. Se quiere y quiere. Contrariamente a lo que solemos pensar, el narcicismo no implica no querer nada a los demás y mucho a sí mismo, sino querer solamente la parte superficial y banal que conoce. Su egocentrismo es lo único que le permite.
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